domingo, 5 de enero de 2014

LA NIÑA QUE CONOCÍ


En un lugar lejano del cuál no me quiero acordar, ya hace mucho, pero mucho tiempo atrás conocí a Camila, era una niña callada, tímida, bastante introvertida, sin embargo había algo que me cautivaba de ella.  A pesar de que ella no hablaba mucho, más que para decir por favor o gracias en alguna ocasión, siempre pensé que ella era una niña especial, qué algo debía haber en su interior y tenía unas ganas inmensas de conocerla.

Así empiezo este relato para que junto conmigo descubran quien fue Camila en mi vida, lo que significo, y quien es ahora.

Andando por ese lugar lejano del cuál no me quiero acordar y en un tiempo ya olvidado había una pequeña niña, no solo en estatura sino también en edad, siempre solía estar sola, callada, sin nadie que se acercará a ella tan siquiera a  decirle Hola, ¿cómo estás?  Yo recuerdo ver muchos rostros corriendo, sonriendo, recuerdo ver alegría por doquier y como se podía respirar amor en el aire. Recuerdo que en ese lugar, del cual no me quiero acordar, había mucho color a pesar de que los uniformes eran grises como las nubes de la ciudad, no había lugar más bello que aquel lugar del cual no me quiero acordar…

Pero a pesar de su belleza, de su color y de su calor, Camila no sabía sonreír. Ello me acongojaba el alma y temía, confieso, hablarle, qué pasaría si me acercaba, sería capaz acaso de decirme algo o tal vez se iría corriendo o lloraría, la verdad no lo sabía, así como no lo sabía ninguna de las niñas que iban día a día a ese lugar del cuál no me quiero acordar.

Así con esa angustia de ver a Camila tan triste cada día, lamentablemente pasaron unos años y yo no conocía su sonrisa… Luego me enteré que a pesar de que las niñas eran felices en ese lugar, del cual no me quiero acordar, había una bruja llamada Pilar, pero en el fondo tal vez no era tan bruja, no lo sé, pero para Camila ella sí era una bruja,  le tenía mucho miedo.

Y es que en mi mente aún está el recuerdo cuando una vez la bruja saco a Camila a la pizarra y le pidió resolver una operación matemática, Camila estaba feliz pues sabía operar muy bien, pero vaya que se equivoco al escribir la respuesta o eso le hicieron creer…solo recuerdo que que la pregunta era ¿cuántos caramelos y chocolates hay en total? ella puso de respuesta hay 38 golosinas en total y la bruja le dijo ¡MUY MAL, ASÍ NO ES! No son 38 golosinas son 30 caramelos y 8 chocolates. Desde ese día la niña no volvió a hablar y mucho menos quiso salir a participar. Yo me quede acongojada cuando vi en un inicio su rostro de emoción al dar la respuesta y luego ver como de sus pequeños ojos se llenaban de lágrimas.

Así paso el tiempo, sí, ese que no se detiene y en el momento menos esperado llego un mmm no sé cómo decirlo porque no era un hada, ni alguien mágico creo que se llamaba profesora de arte. Bueno resulta que está profesora  pidió a las niñas que traigan pancas de choclo, vestidos de muñeca o telas viejas y temperas.  Camila, en un inicio pensó que la profesora estaba loca, pero no tenía otra opción que obedecer, total siempre en ese lugar del cual no me quiero acordar esa es una ley, lo que diga el profesor o la bruja se debe hacer.

Así llego el día de arte y con ellos un gran descubrimiento y revelación en la vida de Camila, resulta que con esa panca de choclo y unos cuántos trapos viejos pudo hacer una muñeca, sí así como lo oyen, yo tampoco lo creía, una muñeca wuaaaooo. Creo que esa fue la primera vez que vi sonreír a esa niña, esa muñeca de panca, se convirtió en su mejor amiga, recuerdo que la traía al colegio, la llevaba a casa, dormía con ella, su muñeca era su gran compañera, le tenía tanto amor y tanto cuidado. Pero un buen día no sé qué paso, ya no vi más a la muñeca, creo que sucedió algo que no se puede evitar…Camila creció y con ello creo que murieron ahí ciertos sueños e inocencia de la infancia que ella tenía.

Ahora Camila ya no era una niña, pero yo la veía tan igual…andaba callada, tímida, introvertida, era como si solo el tiempo hubiera afectado su aspecto físico más no su alma, aunque la imagen dijera que ella era una señorita, en el fondo seguía siendo la misma niña a la que nadie recurría… Fue tanta mi congoja al ver como pasaban los años y ella no había crecido, sino se había quedado ahí detenida en el tiempo…esperando una mano amiga, alguien quien pudiera darle una sonrisa, una palabra de aliento, alguien que tal vez solo le dijera: lo has hecho bien, o que le diga vamos tú lo puedes hacer… Camila tenía tanto talento oculto, alguna vez y admito que estuvo mal revise sus cosas, encontré hermosos escritos y me oculte por ahí cuando ella estaba en casa, la vi reír a solas, la vi frente a un espejo y vi como hacía mil gestos y muecas para imitar una actuación, vi como bailaba sus famosas canciones de nube luz y como disfrutaba luego con la melodía de una marinera o con el compás de un festejo  y como leía con pasión algún cuento que había en el rincón de su habitación, vi como ella era tan feliz en su propio mundo, vi por primera vez a la niña que siempre estuvo ahí y que nadie descubrió. Camila ya era una señorita, pero seguía manteniendo esa alma de niña que nadie más había encontrado, solo yo… Al  verla y  darme cuenta como han pasado los años fue tanta mi congoja e indignación de ver como cada día en ese lugar, del cual no me quiero acordar, pero lo voy a mencionar se pierden tantos talentos, se frustran sueños y no te dan la oportunidad de crecer, ese lugar para Camila fue la escuela y al conocerla supe que no es posible que las almas más puras que hay en la tierra, que son los niños, tengan que pasar por esa pena de crecer así.

Supe que a pesar de que no todos los maestros son brujos, basta con que tan solo haya uno para volver, lamentablemente, triste a un niño. Camila vivió toda su primaria con dos Brujas, la primera una bruja sin nombre, mientras la segunda una bruja llamada Pilar, lo más triste es que no solo Camila conoció a esas brujas sino cuántos niños más habrán tenido que conocerla.

Así fue que al descubrir quién era Camila, supe que allá en esos lugares de cuál ahora sí me quiero acordar, sí, esos lugares que son las escuelas hay muchos niños con mucho potencial y solo necesitan una oportunidad. Una oportunidad para hablar, para ser escuchados, para soñar, para vivir, fue así que al descubrirme a mi misma supe que no iba a dejar que ningún niño que pase por mis manos pase lo que yo viví sino todo lo contrarió, porque voy a ser con ellos una niña nuevamente y voy a seguir sus caminos y voy a soñar y voy a vivir intensamente esa alegría de ser niño y soñar y reír.






 

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